Heme Aqui
Vamos a hacernos una pregunta, iniciando con ¿qué tan receptivo soy al llamado del señor, “heme aquí”?
Seguimos con unas razones, o tal vez mejor dicho unas excusas, por qué no escuchamos, o no hacemos caso, a la llamada del Señor.
A veces estamos tan ocupados haciendo cosas que no nos damos cuenta de que el Señor nos está llamando. Si usted ha tenido hijos, va a entender muy bien lo que significa. A veces los niños andan jugando, o andan haciendo otra cosas, y aunque el padre o la madre les está llamando, ya no escuchan (bueno supuestamente). Pero así somos, a veces, nosotros también delante de Jehová. Estamos tan ocupados haciendo cosas que no nos damos cuenta de que nos está llamando.
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A veces, pensamos que estamos haciendo lo que el Señor quiere que hagamos, cuando realmente estamos haciendo lo que nosotros queremos hacer pero en el nombre del señor.
A veces, dejamos que el ruido a nuestro alrededor se convierta en una distracción tal que, no escuchamos su llamado, y aquí la vida cotidiana, los afanes, lo que ocurre en la sociedad, todo es ruido a nuestro alrededor y no escuchamos porque andamos distraídos.
A veces, estamos disfrutando de la vida hasta el punto de ignorar su llamado. Nos encanta tanto la vida, lo que andamos haciendo, lo que andamos disfrutando, en qué andamos participando, que hasta realmente no queremos que nos esté llamando.
A veces nos sentimos tan insignificantes, que pensamos que el señor no nos está llamando o que no tiene nada para que lo hiciéramos.
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Seis hombres – Ocho ejemplos de Heme Aquí
Ahora, me gustaría ver el ejemplo de seis hombres en las Escrituras, que incluyen 8 ejemplos. Vamos a notar algo, y quizás aquí en los ejemplos que vamos a notar cada uno se puede ubicar en uno o en otro, o en varios.
Vamos a notar que los hombres tenían diferentes trasfondos.
Vamos a notar que los hombres andaban en diferentes circunstancias.
Vamos a notar que los hombres tenían distintas vocaciones.
Vamos a notar también que cada uno aprendió una diferente lección.
Pero en todo, hay algo de común. Cada uno dijo, «heme aquí».
Entonces vamos a iniciar con lo de Abraham, es la primera vez en las Escrituras que encontramos la expresión “heme aquí”. Ahora voy a estar repasando muy en breve, pasando muy encima de las historias, sólo captando los detalles claves para este tema.
Abraham responde a Dios – Heme Aquí
Vamos a leer Génesis 22:1, “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí.” Vamos a encontrar aquí la historia donde Dios manda a Abraham a sacrificar a su hijo Isaac,. Así inicia la historia, Dios probando a Abraham y la respuesta que Abraham da, “heme aquí”.
Entonces aquí la idea es que Dios quería ver hasta qué punto Abraham iba a someterse a Él, y notamos aquí que Abraham responde a Dios. Ciertamente, no sabía todavía lo que tenía que hacer, pero notamos algo interesante, él estaba dispuesto y disponible cuando Dios lo llamó, él dice “heme aquí”.
Abraham teme a Dios – Heme Aquí
En el mismo capítulo 22 todavía con Abraham, ahora la es la escena está en la montaña, ahora la escena Isaac está sobre el altar y Abraham está con el cuchillo en la mano, listo para sacrificar a su hijo como Dios se lo mando, vamos a leer versículo 11, “Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.”. Rntonces otra vez aquí, y Abraham ocupado haciendo la voluntad de Dios, recibe una llamada. Y ¿cómo contesta?, heme aquí.
Quiero que consideran un momentito, si nosotros hubiéramos estado en la posición de Abraham y nos hubiera llamado a nosotros ¿que hubiéramos dicho? A veces nosotros haciendo la voluntad de Dios, haciendo lo que Dios quiere, no prestamos oído, o no somos dispuestos, o disponibles para contestar, “heme aquí”. ¿Qué hubiera pasado si Abraham hubiera dicho «espera un momentito Señor, tengo que cumplir con esta tarea primero, espérate»? Ahora, a veces tratamos a las personas de esta manera. Nos están llamando y le decimos espérate, un momentito, ya voy. Qué precioso que Abraham no tomó esta actitud, sino que respondió al instante “heme aquí”. Que buena cosa, porque Dios le estaba parando en lo que estaba haciendo, porque había cumplido con la tarea.
En el versículo 12 encontramos cuál era la prueba. Jehová quería ver si Abraham lo temía a él, si realmente estaba sumiso a él, si realmente confiaba en él. La idea de temer a Jehová, como lo encontramos en el libro de Proverbios, la idea es la reverencia moral o darle a Jehová toda la razón. Con Abraham es interesante. Cuando pensamos realmente en Abraham, Isaac y la promesa que Jehová le había dado, que por medio de Isaac iba a salir su descendencia, y ahora Jehová pide a Abraham sacrificar a Isaac. Abraham, sin pensarlo dos veces, cumple con lo que Jehová quiere. Ahora en el libro de Hebreos tenemos una pequeña pista con qué actitud Abraham se fue a ofrecer a Isaac. Se fue con la idea de que si tenía que sacrificarlo y quitarle la vida, Dios lo iba a resucitar de los muertos. ¿Por qué?, porque Abraham tomaba en serio la promesa de Dios, ya entendía bien que Jehová tenía toda la razón, y que por medio Isaac iba a salir su descendencia.
Jacob mira a Dios – Heme Aquí
Entonces vamos a seguir, ahora con Jacob. Porque él también acude a la llamada en Génesis capítulo 31. Aquí Jacob ha tenido problemas con Labán y ha tenido conflictos. Una noche el Ángel de Dios en sueños le llama y dice Jacob, “y Jacob dijo: Heme aquí”. Notamos la respuesta de Jacob “heme aquí”. En el versículo 12, “Y él dijo: Alza ahora tus ojos, y verás que todos los machos que cubren a las hembras son listados, pintados y abigarrados; porque yo he visto todo lo que Labán te ha hecho.” Entonces algo interesante aquí, el Ángel de Dios pide a Jacob ver los asuntos, y agrega una cosita porque Él había visto todos los asuntos. Qué precioso realmente para nosotros como creyentes, entender que Jehová está mirando los asuntos a nuestro alrededor. A veces nosotros necesitamos abrir nuestros ojos para también ver lo que está pasando y cómo Él está trabajando. A veces andamos ciego de lo que Dios está haciendo en nuestras vidas y por medio de nosotros.
Y en el versículo 13 dice “Yo soy el Dios de Bet-el, donde tú ungiste la piedra, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora y sal de esta tierra, y vuélvete a la tierra de tu nacimiento.”. Aquí Jacob mira a Dios, mira a Jehová y la escena realmente es preciosa sí considera todo lo que ocurrió en la vida de Jacob. Donde inició la cosa y hasta donde llegó, es bien interesante.
Para enlazar, si fuéramos a Génesis 33, ahí Jacob levanta un altar a Jehová y lo llama “El-Elohe-Israel”. El nombre del altar significa «el Dios poderoso de Israel» u otros lo traducen así, «Dios el Dios de Israel». Muchas veces cuando Jehová se relaciona con Jacob, o se habla de Jacob sobre Jehová, se menciona «el Dios de tu padre». Pero ahora, Jacob llega a mirar a Dios de una forma personal. Qué bonito que se sometió a la llamada “heme aquí” y ahora ve realmente que Jehová está en control de todo y lo manda ahora ir a la tierra de su nacimiento.
Jacob confia en Dios – Heme Aquí
En Génesis 46, ahora Jacob ya más viejo, ya un anciano, y aquí la escena es el tiempo de hambre cuando José está en Egipto. Al final los hermanos de José, él se revela a ellos y pide que su padre viene a Egipto. Entonces aquí encontramos en Génesis 46:2, “Y habló Dios a Israel en visiones de noche, y dijo: Jacob, Jacob. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas de descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación. Yo descenderé contigo a Egipto, y yo también te haré volver; y la mano de José cerrará tus ojos.” Otra llamada para Jacob y otra vez él responde “heme aquí”. Ahora Jehová le está diciendo que se fuera a Egipto, y, quizás aquí, Jacob tenía unas dudas, quizás por su vejez, quizás por la familia que tenía, y quizás recordando que a Isaac su padre Dios le había dicho de no bajar a Egipto. Pero ahora Jehová le dice a Jacob vaya, desciende a Egipto y la promesa que acopla “yo descenderé contigo a Egipto”.
Que precioso es someterse a la llamada del señor, someterse a lo que él quiere que hacemos, y qué bonito reconocer que cuando andamos en su voluntad, haciendo lo que él quiere que Él va delante. Esto lo miramos con Moisés, lo miramos con Josué también, y lo notamos en los evangelios cuando Jesús promete a los suyos de estar con ellos todos los días hasta el fin del mundo. Aquí encontramos a Jacob aunque tenía quizás miedo o reserva, pero desciende a Egipto confiando en Dios. Entonces Jacob aquí confía en Dios.
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Moisés encuentra a Dios – Heme Aquí
Ahora vamos a Moisés estando ahora en Egipto, ya José había muerto, Jacob anteriormente. Ahora se está levantando una nueva generación, y Moisés, si conoce la historia, fue tomado por la hija del Faraón y crio a Moisés como su hijo. Moisés creció y hubo problemas ahí, y mató a un hombre, tuvo que huirse. Lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.
Qué escena más preciosa, ya Moisés en el desierto cuidando a las ovejas y recibe esta llamada, “¡Moisés, Moisés!”, y la respuesta “Heme aquí”. Ahora un estudio bien bonito desarrollar sobre Moisés y este lugar, es un lugar Santo, una tierra Santa, el monte de Dios aquí es donde Jehová promete a Moisés que iba a regresar con la nación de Israel.
Interesante notar aquí también que Moisés cubre su rostro porque tuvo miedo de mirar a Dios, luego encontramos que Moisés sube al monte de Dios para recibir la ley, recibir las instrucciones sobre el tabernáculo, y cuando baja de la montaña su rostro resplandece. El tuvo que cubrir su rostro porque la nación de Israel no podía aguantar el brillo, el resplandor de su rostro. Cuando se acercaba Jehová quitaba el velo y cuando se acercaba el pueblo cubría su rostro. Nota el cambio en la vida de Moisés y su interacción con Jehová. Aquí la llamada, Moisés dice “Heme aquí” y es aquí donde Moisés encuentra a Dios y donde inicia una relación de las más preciosas que hay en las Escrituras, Moisés con Jehová.
Samuel se somete a Dios – Heme Aquí
Vamos a Samuel. En 1 de Samuel capítulo 3, ahí encontramos a un muchacho. Su mamá había pedido un hijo de parte de Jehová porque era estéril. Dio a luz a Samuel, y su mamá entregó a Samuel a Eli para que fuera criado ahí en el tabernáculo, en la presencia de Jehová. Una noche, Jehová llama a Samuel y nota cómo responde “Heme aquí”.
Ahora, sí conoce bien la historia, va a reconocer que Jehová tuvo que llamarle varias veces, y Samuel respondía “Heme aquí” y se iba donde Eli. Pero Eli no reconocía lo que estaba pasando, hasta que, por fin, recapacita y reconoce que es Jehová llamándole a Samuel. Pero allí un niño, un muchacho, Samuel responde “heme aquí”. Ahora no vamos a leer toda la historia pero quiero anotar unas cosas en este capítulo. Versículo 7 dice “Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada. Qué interesante que un muchacho, aunque no conocía a Jehová, aunque la palabra no le había sido revelada, está dispuesto y disponible diciendo “heme aquí”.
Me voy a parar un momentito y hablar a los que no son salvos, los que todavía no son creyentes porque realmente aquí debe de iniciar la cosa con cada uno. El Señor está llamando a cada ser humano, y el punto principal, el punto donde tiene que iniciar es en la salvación de tu alma. El Señor te está llamando para que seas salvo, para que reconoces tu condición delante de él, que reconoces que tu pecado te está llevando al infierno, al castigo eterno. El señor te está llamando para que mires a Cristo, quien murió en la Cruz en tu lugar, entregando Su vida, para salvar la tuya. El mismo Señor Jesucristo dice “venid a mí”, “venid a mí los que estáis cansados o trabajados y yo os haré descansar”. Una invitación que el Señor está dando a cada ser humano, para que arregle el asunto de sus pecados y recibe el perdón de sus pecados, y la vida eterna en Cristo Jesús.
Interesante que Samuel aquí no conocía a Jehová todavía, pero responde a la llamada. Sí vamos luego en el versículo 10, “Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye.”. Otra vez algo interesante sobre Samuel cuando dice “habla porque tu siervo oye”. Él estaba dispuesto, disponible, a oír la palabra de Jehová y lo que Él tenía que decir.
Esto me hace pensar en la historia de Job. Job en casi todo el libro está contestando, está respondiendo, está haciendo acusaciones, se está defendiendo, pero al final del libro ¿que encontramos?, algo parecido. Job reconoce ahora quién es Jehová, y que en vez de estar hablando, fuera mejor estar escuchando. Job realmente habla lo mismo y dice “habla porque tu siervo oye”, clama “de oídos te había oído pero ahora mis ojos te ven”. Job tomó esta misma posición de escuchar lo que Jehová tenía que decir.
Versículo 19 aquí en 1 de Samuel capítulo 3 notamos que “Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras.”. Realmente qué evento precioso, qué personaje precioso. Considerando el ambiente espiritual de esta época, porque Eli y sus hijos no andaban bien, andaban cumpliendo, entre comillas, los servicios en el tabernáculo. Pero realmente era un ambiente perverso, y aquí aparece un muchacho. Podemos notar aquí como Samuel se somete a Dios, a pesar de la mala influencia que tenía a su alrededor. Notamos como Jehová estaba con él. Lo que me capta la atención, es que Samuel no dejó caer a tierra ninguna de Sus palabras. Samuel tenía una sed para escuchar lo que Jehová quería decir, y lo estaba absorbiendo y lo estaba tomando, y lo estaba agarrando, y valorando. Un buen ejemplo para nosotros hoy día considerando el ambiente en que nos encontramos también en nuestra época.
Isaías sirve a Dios – Heme Aquí
Vamos a tirarnos a Isaías capítulo 6 versículo 8. Un profeta dice “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis.”
Qué pasaje más curioso. Primero en el versículo 8 notamos la respuesta de Isaías “Heme aquí”, “envíame a mí”. Que notamos muchas veces, cuando hay algo que hacer y se busca voluntarios, muchos se quedan mirando a ver si otro lo va a hacer, otros se quedan esperando que otro lo va a hacer, quizás dando excusas porque no pueden hacerlo. Qué bonito fuera realmente que cada creyente cuando hay algo que hacer, y teniendo la capacidad y el cómo hacerlo, contestaría “Heme aquí, envíame a mí”, una actitud de voluntario para la obra del señor.
Que notamos aquí, que para Isaías no iba a ser fácil. Ya nota el mensaje que tenía que predicar, decirle “Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis”. Entonces el mensaje que Isaías tenía que comunicar era un mensaje cierto, verdadero, pero su audiencia no iba a entender, ni comprender lo que él estaba compartiendo. Si se fija bien en el capítulo 6 de Isaías va a notar, que es unos cuantos que captaron lo que Isaías estaba diciendo. Entonces, a pesar de esto, el Señor lo envió esperando resultados pobres en cuanto a su prédica, en cuanto al mensaje que iba a compartir. Pero ahí está Isaías voluntariandose “heme aquí, envíame a mí”. Isaías sirve a Dios.
Ananías obedece a Dios – Heme Aquí
Aquí tenemos el último ejemplo en el Nuevo Testamento, encontramos a Ananías. En Hechos capítulo 9 notamos la conversión de Saulo, Ananías es llamado por el Señor. Vamos a leer el versículo 10, “Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.”. Otra vez, qué bonito ver ahora en la época de la Iglesia, en el Nuevo Testamento, está un hombre acudiendo a la llamada del señor “heme aquí”.
Vamos a notar en el versículo 13, 14, cómo reacciona Ananías después que el Señor le comunica lo que tenía que hacer. “Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.”
¿Quién le va a culpar a Ananías? El ambiente era difícil, bajo una persecución grave y este Saulo era, si quiere, el instigador, el mayor, en cuanto a la persecución de los cristianos.
Ananías era Cristiano y Jehová, aquí parece que, lo está enviando literalmente en la cueva del león. Ananías dice ¿estás seguro señor? Pero, qué precioso ver que a pesar de su preocupación, Ananías obedece a Dios y se va, y se acerca a Saulo. Lo que sucede después, es algo muy precioso, él comunica a Saulo un mensaje y de ahí notamos en el libro de Hechos que Saulo es usado por el Señor para compartir el Evangelio a los judíos y principalmente a los gentiles y cuanto se convirtieron al señor por causa de la predica del Evangelio.
De donde me llama Dios
Ahí terminan los ejemplos. Vamos a hacer un breve resumen y quiero considerar un momento de donde nos llama Dios. Seamos honestos, cada uno que estamos leyendo el mensaje venimos de distintos lugares, distintos ambientes, distintos trasfondos. ¿De dónde nos llama Dios? A veces, nosotros pensamos que de dónde venimos que el Señor realmente no nos está llamando para servirle a Él, y que realmente no tenemos el cómo servirle a Él. Pero nota aquí una cosa bien interesante
Abraham responde a Dios y Abraham teme a Dios, es lo que miramos brevemente. ¿De dónde salió Abraham?, Abraham salió del paganismo, Jehová llamó a Abraham de desde el paganismo. Él vivía en un ambiente súper pagano, ¿interesante no?
¿Qué de Jacob? Jacob notamos que él mira a Dios y luego confía en Dios. ¿De dónde vino Jacob? Si lee su historia, va a darse cuenta que él vino de desde un hogar disfuncional, un hogar donde la cosa no iba bien. Había favoritismo de parte de su padre, favoritismo de parte de su madre, un hermano que quería matarlo, y luego ya con la familia de su mamá, con Labán otra disfunción. ¿De dónde salió Jacob?
¿Qué de Moisés? Leímos que Moisés encuentra a Dios y ¿dónde estaba Moisés? Estaba exiliado, andaba en el desierto, a solas, cuidando las ovejas. Con lo que había ocurrido en Egipto andaba exiliado, y es allí donde el Señor lo llama.
Notamos también a Samuel que se somete a Dios. ¿Y de qué ambiente, en qué ambiente lo llamó Jehová?. Estaba rodeado de perversión. Nota bien lo que hacían los hijos de Eli, tomando de los sacrificios lo que no deben de tomar, violando a las mujeres ahí en la puerta del tabernáculo. Es que era un ambiente perverso y de allí Jehová llamó a Samuel.
Isaías cree a Dios y dice, “heme aquí, envíame a mí”. El ambiente de donde lo llamó el Señor, de entre un pueblo rebelde. La nación de Israel andaba en contra de Jehová; rebelde, le había dado la espalda, no quería hacerle caso, de ahí Jehová llamó a Isaías.
De Ananías leímos que él obedece a Dios. ¿En qué ambiente? En un ambiente de persecución, de ahí fue llamado él. Bajo una persecución increíble por parte de Saulo y los demás, y de ahí lo llamó Jehová.
Entonces, hermanos y hermanas, para nosotros ¿será que estamos viviendo en ambientes parecidos? Es posible, es probable, y quizás más adelante, ya más difícil la cosa. Pero entendemos bien algo, no tenemos excusa en cuanto al ambiente en que estamos viviendo, no tenemos excusas diciendo «es que yo salí de tal hogar», o «yo salí de tal pueblo», o «yo así me criaron» y esto y otro. No tenemos excusa para no escuchar la llamada del señor y decir “heme aquí”. Estos hombres son un ejemplo bien positivo para nosotros. Reconocer que de dónde venimos, cuál es nuestro trasfondo, no importa. Cuando el Señor llama, llama con propósito para que cumplamos algo para Él. Qué bonito entender que cuando Él llama, Él acompaña. Utilizamos los ejemplos de estos hombres para nosotros mismo, para quitar las excusas de que el señor no me puede utilizar, que porque me llamaría a mí.
Cuando dice y llama tu nombre la respuesta debe ser “heme aquí”.
Para que me llama Dios
Vamos a notar también el «por qué» o el «para qué» nos llama Dios. Notamos aquí cuando Abraham responde a Dios, que fue una prueba extrema. Nosotros realmente no sabemos porque Jehová nos llama, y muchas veces nos llama y nos pone en una situación desconocida para nosotros. Los resultados, no sabemos cuáles van a ser, y hay que entrar con fe, hay que hacer como Pedro saliendo de la barca ya poniendo el pie sobre las aguas, porque el Señor nos está llamando. Para Abraham fue una prueba extrema para ver si su fe era real, y a veces el Señor para nosotros va a hacer la misma cosa. Nos va a poner por una prueba bien extrema para ver si nuestra fe es real. Abraham teme a Dios, ahí reconoce que Dios tiene toda la razón. A veces Dios nos llama para que miramos realmente que sí, Él tiene toda la razón.
Jacob mira a Dios. Jacob no estaba mirando bien la cosa a su alrededor, y no lo vamos a culpar porque la condición de su vida, la situación estaba algo crítica. Pero ahí Jehová le ayudó a ver la cosa clara. Nosotros también a veces el Señor nos llama para que levantamos la mirada y miramos el panorama, para ver bien las cosas desde Su punto de vista. Jacob confía en Dios y que notamos ahí son las promesas cumplidas. Ahí no nos tiramos mucho, pero es bonito ver que Jehová dice a Jacob que se vaya a Egipto, y que iba a salir de nuevo. Jacob fue enterrado en la tierra de Canaán, y luego toda su descendencia salió de la tierra de Egipto, para habitar en la tierra prometida. A veces el Señor nos llama para que miremos el cumplimiento de Sus promesas.
Moisés encuentra a Dios. ¿Qué entendemos ahí? Notamos que Moisés cubrió su cara y ¿que entendió Moisés? Realmente, entendio «quién soy yo». Estaba notando la presencia de Jehová y cuan pequeño era él delante de aquel Todopoderoso. A veces Jehová nos llama también para que nosotros menguamos y él crece. Acuérdense de Juan el Bautista con el Señor Jesucristo cuando dice que «es necesario que Él crezca y que yo mengüe».
Samuel se somete a Dios. A veces Jehová nos llama, para que prestamos oído. Muchas veces a nosotros nos gusta hablar, nos gusta compartir, nos gusta opinar. A veces Jehová nos llama y dice no, es tiempo que Yo hablo y que tú escuchas. Ahí con Samuel acuerdanse que él agarró todas las palabras de Jehová y no dejó caer a ninguna, poniendo atención a los detalles de la palabra de Dios para su bien, para su crecimiento.
Isaías sirve a Dios, y notamos aquí qué recompensa no hubo para Isaías. Solamente unos cuantos hicieron caso. Isaías literalmente fue enviado sabiendo que unos pocos iban a hacer caso. Pero esto no le detuvo porque para unos cuantos vale la pena acudir a la llamada del Señor y decir “heme aquí, envíame a mí».
Ananías obedece a Dios y notamos algo interesante. Aquí, bajo persecución, Dios lo envía a hablar con Saulo ¿Que reconoce Ananías? Ananías era un siervo de Dios, era un creyente, pero logró ver que Saulo era un vaso escogido para Dios, logró ver que Dios tenía un plan tan increíble para que el Evangelio fuera compartido a las naciones. Aquí Saulo, un recién convertido, Dios lo pone delante de Ananías y dice que este es un vaso escogido, él va a predicar el Evangelio a todos, delante de grandes. Ananías realmente mira un panorama más amplio de lo que era la voluntad de Dios en cuanto a la propagación del Evangelio.
Conclusión
Entonces ahí terminamos con “heme aquí”. Quedamos con la pregunta ¿Que tan receptivo soy al llamado del Señor? Recordamos que excusas abundan para no hacer lo que Dios quiere que hacemos. Excusas abunden para no prestar oídos a las llamadas del Señor; los afanes, las preocupaciones de la vida, las distracciones. Pero hermanos recordemos esto; aquí voy a leer unos versículos de Efesios capítulo 2 del versículo 8 al 10. Primero para salvación y luego para servicio el señor nos está llamando. Efesios 2 versículo 8 dice, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
Muchas veces nuestra lectura termina ahí. Son buenos versículos ocupar para el Evangelio y si no eres salvo todavía, vuelva a leer los versículos para captar lo que Dios quiere para ti, tu salvación por medio de Cristo. Pero para los creyentes, los que son salvos, ¿para que nos salvó el Señor?
¿Para perdonar nuestros pecados? Sí.
¿Para darnos vida eterna? Si.
¿Para tener un lugar celestial? Si.
Pero nos salvó y nos llamó y nos sigue llamando. ¿ Con qué propósito? En el versículo 10 leemos “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” Ahí está la llamada para los creyentes, acudir a la llamada del señor es reconocer que hay cosas que hacer y que seamos de aquellos que dicen “heme aquí, envíame a mí”.
Quizás no vamos a saber a lo que nos está llamando el Señor, pero quedamos seguro que si nos está llamando y fuera bueno ser voluntario, someterse a su llamada y decir ”heme aquí” “envíame a mí”.
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