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Preguntas en el evangelio de Juan

Preguntas en el evangelio de Juan

¿Para qué se usan preguntas? Bueno, las preguntas se usan para descubrir cosas.

Se pueden usar preguntas para conocer algo de alguien.

Se pueden usar preguntas para descubrir motivos o intenciones.

preguntas en el evangelio de Juan
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A algunas personas no les gusta que les hagan preguntas, y a otras personas les encantan las preguntas.

Tenemos estas dos tipos de personas sobre preguntas en el evangelio de Juan.

A mí me gusta hacer preguntas; y cuando era profesor las utilizaba como un método para ver cómo los alumnos andaban, lo que entendían, lo que no entendían, y así mejorar mis lecciones. Pero, también como profesor me encantaba cuando los alumnos me hacían las  preguntas a mí; porque esto me decía que estaban leyendo el texto, estaban estudiando el tema, o tal vez tenían un “pegón” y querían aprender algo más.


Preguntas en el evangelio de Juan

Quiero que en esta oportunidad consideremos el tema de las preguntas en el evangelio de Juan, y vamos a ver dos tipos de preguntas: Preguntas que le hicieron al Señor Jesucristo y preguntas que el Señor Jesucristo le hizo a las personas, y quiero que vaya meditando, porque quizás si usted tuviese la oportunidad de preguntarle algo a Jesús, ya tuviese su pregunta lista.

A veces les damos este reto a los jóvenes, a veces a los adultos: Si usted tuviese la oportunidad de preguntarle algo a Jesús ¿Qué le preguntaría?

Entonces, tal vez en el transcurso de la semana va a formular su pregunta y tal vez también va a conseguir la respuesta, una que le ayude a entender realmente lo que Dios quiere para usted.


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Natanael le pregunta al Señor

Para iniciar veamos el evangelio Juan, el capítulo 1; vamos a considerar un versículo y notar unas de las preguntas en el evangelio de Juan que Natanael le hizo al Señor Jesucristo.

Capítulo 1, versículo 48

Juan 1:48 dice, “Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.”.

Fijémonos en la pregunta: Natanael le dice a Jesús “¿De dónde me conoces?”, lo interesante es que Jesús no se había encontrado anteriormente con Natanael, pero a pesar de no haberlo visto, ya lo conocía, en el versículo anterior dice Jesús “que era un israelita en quien no hay engaño”, no solamente conocía quien era, también sus características, parte de su carácter; “un hombre sin engaños”; y Natanael quizás con la boca abierta: ¿cómo es que me conoce?, ¡Nunca le he visto! ¡Nunca me he encontrado con él y me conoce! ¡Ya sabe qué tipo de persona soy!

Quiero utilizar esa pregunta ahora para reflexionar en mi persona y para que usted reflexione en su persona, porque esa misma pregunta usted se la puede hacer a Dios, se la puede hacer a Jesús: ¿De dónde me conoces?

Ahora, realmente, si nosotros nos ponemos a pensar, ¿Será que Dios nos conoce?, ¿Será que Jesús nos conoce?, y tal vez nos da vergüenza pensarlo, ¿Qué es realmente lo que Dios conoce de mí?, ¿Qué es realmente lo que Jesús conoce de mí?

Y podemos hablar de una manera general y dice que sabe todo, conoce todo, y esto realmente debería hacernos tomar una pausa para reflexionar en quiénes somos realmente, Dios nos conoce, Jesús nos conoce, hasta lo más íntimo de nuestro ser.

Ahora, note conmigo un pasaje en Salmos 139.

David era un salmista, y era rey de Israel. Él escribió algo muy interesante en los Salmos. David como Pastor (cuando era joven era Pastor), tuvo mucho tiempo que reflexionar: en el campo, quizás en el día, quizás en la noche, ahí cuidando las ovejas, tenía tiempo para reflexionar, y en muchos de los Salmos encontramos cosas bellas, preciosas. Aquí David está reflexionando y vamos a notar solamente los primeros 6 versículos, pero quiero que veamos lo que David apreció en cuanto a Dios, y qué era lo que Dios conocía de él y notemos los detalles; como lo menciona David aquí y vaya reflexionando en tu propia vida, póngase, si quiere, en las sandalias de  David a ver si hay algo que le toque.

Veamos lo que dice Salmos 139 versículo 1 al 6

“Oh Jehová, tú me has examinado y conocido.

Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme;

Has entendido desde lejos mis pensamientos.

Has escudriñado mi andar y mi reposo,

Y todos mis caminos te son conocidos.

Pues aún no está la palabra en mi lengua,

Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.

Detrás y delante me rodeaste,

Y sobre mí pusiste tu mano.

Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí;

Alto es, no lo puedo comprender”

Ahora ¿Quién aquí en la tierra te conoce como Dios te conoce?, jóvenes; los que están en sus casas todavía, con sus padres. ¿Será que tu madre y tu padre te conocen como Dios te conoce?, Yo creo que todos tendríamos que decir: – No. Hay cosas que yo he hecho que ni mis padres se dieron cuenta, hay cosas que yo he dicho que mi padre no sabe y ¡si supiera!, pero interesante ver aquí que Dios sí sabe. Y, adultos, también: La pareja, su esposo, esposa; ¿Será que hay cosas que ha dicho y hecho que su esposo o esposa no sabe?, probablemente. Y los trabajadores con sus jefes, probablemente. Hay muchas cosas que hemos hecho que realmente las personas a nuestro alrededor no saben, ni las personas que nos conocen, supuestamente más que cualquier otra, seguro hemos escondido cosas de ellos: pensamientos, palabras, hechos.

Pero, ¿Qué encontramos aquí?, que Dios nos conoce en lo más íntimo de nuestro ser, ¡Todo lo conoce!

Ahora, ¿cómo nos sentimos reconociendo esa gran realidad? Si nosotros buscamos en las escrituras  lo que Dios mira en nosotros; no es cosa tan buena.

Cuando leemos en las escrituras encontramos palabras como: “llagas podridas”, “desde la planta del pie hasta la cabeza”, encontramos “trapos de inmundicia”, estas son descripciones que Dios usa para revelar cómo nos mira, y nuestra posición real delante de Dios.

Podemos ejemplificarlo así: Cuando usted tiene un pleito o una discusión con un hermano, una hermana, sus padres, un compañero, ¿cómo está la relación?, se complica un poco, ¿verdad?, y uno hasta siente que no quiere hablarle.  Ahora, imagínese delante de Dios, con todo lo que hemos pensado, hablado y hecho en su contra, y como él nos mira y nos conoce; ¿Dónde estamos delante de él?, y con razón Pablo cuando escribe en Romanos dice, “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”, no por culpa de Dios, sino por culpa nuestra.

Entonces, ¿Qué conoce Dios de ti?, ¿hay algo que puedes esconderle? Tenemos que confesar que no, realmente no hay nada que se pueda esconder de él. Todas las mentiras que has hablado; Porque somos buenos para engañar a la gente, somos casi expertos en engañar, y hemos logrado engañar a muchos con mentiras, con medias verdades, pero Dios lo sabe todo,  y, ¿Qué de los robos?, y dirá usted: Es que, ¡yo nunca he robado! ¿Será?, ¿Nunca ha tomado ni un centavo que no le pertenecía?, Aunque sea, ¿un borrador de la escuela?, ¿un lápiz?, ¿un córdoba?, tomarlo sin permiso es robar, es tomar lo ajeno, te vuelve un ladrón.

Es que Dios conoce todo, quiénes somos realmente, nosotros nos basamos muchas veces en las apariencias: como está vestido, como está peinado, como camina, como es su cara, nosotros enfatizamos mucho esto de las apariencias; pero Dios mira el corazón, él mira realmente quiénes somos.


Jesus le pregunta a Nicodemo

Ahora, vamos a una de las otras preguntas en el evangelio de Juan.  Quiero que notemos algo. Esta es la buena noticia del Evangelio.  Hasta el momento esto es un poquito duro, real, pero duro. Pero, a pesar de todo esto, a pesar de como nos mira  Dios, él quiere algo con nosotros, sí,  él quiere rescatarnos, él quiere salvarnos a pesar de quienes somos, quiere lo mejor para nosotros.

Entonces veamos otra vez en el Evangelio de Juan y el capítulo 3, y aquí aparecen varias preguntas, pero vamos a enfatizar una pregunta en particular. Encontramos a Nicodemo, quién se acerca a Jesús para platicar con él; y Jesús le hace una pregunta.  Juan 3:10 dice: “Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?”. Es una pregunta que Jesús le está haciendo a Nicodemo, haciéndole reflexionar.

Ahora, no vamos a decir que somos unos maestros de Israel, y quizás no tenemos el mismo conocimiento que Nicodemo quien era un fariseo, un doctor de la ley, pero vamos a utilizar lo que encontramos aquí para reflexionar también en la oportunidad que nosotros tenemos ahorita. Jesús hizo reflexionar a Nicodemo porque él sí conocía las escrituras, conocía la ley, conocía los profetas, y cuando Jesús le habla del nuevo nacimiento queda perplejo, confundido, y por eso Jesús le dice: mire, usted es un maestro, uno de los grandes aquí en Israel y ¡Anda confundido!, ¡no entiendes!, ¿cómo es posible?

Gracias al Señor yo creo que Nicodemo luego entendió, y era uno de aquellos que fue a bajar el cuerpo de Jesús de la Cruz,  y apreció quién era Jesús y lo que vino a hacer.


Una pregunta para usted

Y ¿Qué de nosotros?, Cuando nosotros realmente pensamos en la época en que vivimos; es una época de privilegio, en el tiempo de Nicodemo ellos no tenían en las manos las escrituras, eran los rollos y solamente ciertas personas tenían derecho a estos rollos.

Si yo preguntara hoy quién tiene Biblia en su casa, casi todos levantarían la mano, pero,  sí hiciera la pregunta de cuántos están leyendo la Biblia en su casa, ya quizás unas manos se bajarían, entonces sí me permite cambiar la pregunta un poquito, para que se aplique a nosotros hoy en día; en la época en que vivimos: Teniendo la verdad de Dios en tus manos ,¿Por qué no sabes esto?, no es una crítica, más bien es un ánimo, darnos cuenta qué privilegios tenemos nosotros hoy día de andar la palabra de Dios en las manos, un privilegio que realmente en otros países no tienen. Y teniendo la verdad de Dios en las manos, ¿Qué estamos haciendo con ella?

En el libro de Hechos capítulo 17, encontramos a Pablo en Atenas y ahí tenían un lugar donde se reunían para hablar o escuchar cosas nuevas, y qué interesante que realmente hoy día lo mismo sucede, a algunas personas, y quizás a usted también, les encanta escuchar algo nuevo: Una nueva filosofía, una nueva historia, un nuevo cuento, y quizá también le encanta repetirlos.

Hay mucha información que está circulando en nuestro mundo: Muchas filosofías, muchas fábulas, muchos cuentos, y el interés muchas veces está puesto en esto, y cuando tiene que ver con las escrituras, con la verdad de Dios, no nos interesa tanto, y a veces conocemos tanto la palabra de Dios que podemos citar de memoria versículos, conceptos, principios… pero, hasta ahí nomás llega la cosa, quizás tratamos la palabra de Dios como un texto de estudio, pero no la tomamos para nosotros mismos, la palabra de Dios es viva y eficaz, la palabra de Dios nos declara realmente quiénes somos, nos revela lo que Dios quiere para nosotros, y nos revela las consecuencias de la decisión que tomamos en cuanto a lo que Dios nos ha revelado.

Entonces, si usted tuviera que preguntarle a Jesús: Jesús, ¿Qué conoces de mí?, ¿Qué te diría?, ¿Qué diría de tu carácter, de quién eres?

Y si Jesús le hiciera la pregunta a usted: ¿Por qué no sabes esto?, en cuanto a la salvación de tu alma, ¿Qué le contestaría?

Juan 3:16 “Por qué de tal manera amo Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Quizás muchos lo tienen memorizado, y es un versículo muy bonito.

Quisiera hacerle una pregunta considerando lo que hemos estudiado, la primera pregunta cuando Natanael le dice ¿cómo me conoce?, y leyendo lo que leímos en Salmos 139, ¿Dónde quedarías en ese cuadro?, ¿Cuál sería la palabra que más describiría tu posición delante de Dios?

Es cierto somos parte del mundo, pero vamos a ser más específicos, considerando como Dios nos mira ¿qué palabra describiría tu posición delante de Dios?, sí vamos de la primera, la segunda, la tercera, la cuarta, quizás nos quedamos en la quinta línea: “todos mis caminos te son conocidos”, quedamos aquí con estas palabras, ¿cómo es que Dios me mira, conociéndome realmente como soy, conociendo mis pensamientos, mis palabras y mi andar? Me mira perdido.

Por esa razón Dios hizo algo, porque nos miraba perdidos, nos miraba así, nos mira así, que no podemos hacer nada.  Por eso predicamos el mensaje de salvación.

El resto del versículo es precioso, habla del amor de Dios ¿pero qué es el amor de Dios?, aquí en Romanos 5:8 lo encontramos, el amor de Dios fue mostrado así, “En que siendo aún pecadores, siendo aún perdidos Cristo murió por nosotros”.

El mensaje de salvación tiene que ver con Cristo y lo que hizo, ¿y cómo va a responder a lo que él  hizo a tu favor?, En  Juan capítulo 3, Jesús le explica a Nicodemo lo que vino a hacer: Entregar su vida a favor de los perdidos, entregar su vida a favor de los pecadores, ¿Qué necesitas para la salvación de tu alma?, recuerda como Dios te mira, recuerda como realmente eres ante Dios, y ¿Qué de bonito encuentra?, -Nada.  Trapos de inmundicia, llagas podridas, así es como nos mira, por eso vino Cristo a morir a favor del pecador.

Por último veamos Juan 3:36, “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”. Acuérdate de la pregunta que Jesús le hizo a Nicodemo, ¿y no sabes esto?, y ahora nosotros con la palabra de Dios en las manos, leyendo las escrituras ¿que sabemos?, sabemos cómo andamos delante de él, cómo nos mira, sabemos lo que hizo Cristo a nuestro favor, y ahora el problema no es no saber, ahora el problema es de creer o no creer, y aquí en Juan 3:36, pone realmente el resultado de nuestra decisión, creer en lo que hizo Cristo a mi favor es vida eterna, rehusar a creer, (note que es una decisión) rehusar a creer, es pérdida, la ira de Dios está sobre mí.

Entonces, espero que considerando estas preguntas en el evangelio de Juan, puedas ubicarte delante de Dios y puedas ver a Cristo y la obra que él hizo a tu favor, para que seas salvo.


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