Libertad en Verdad

Como puedo hablar con Dios: La comunicación con Jehová

¿Cómo describiría usted lo que es la comunicación entre personas? Una manera sencilla de ilustrarlo lo que es la comunicación es un camino de doble via. Las palabras se van por una via y las palabras vienen por la otra via.

Comunicación con Jehová

En una conversación con cualquier persona, se entiende que a veces uno está hablando y a veces uno está escuchando. Las palabras fluyen por ambas vías en un intercambio de ideas, o de pensamientos o de opiniones.


Conversaciones

Pero las conversaciones no siempre son balanceadas. Déjame presentarle unos escenarios que te son familiares en tus experiencias de conversaciones con las personas.

¿No has tenido conversaciones con personas donde no puedes sacar ni una palabra? ¿Y cómo te sintió? Sin duda te sintió como que no estaba conversando y más bien como que estaba bajo un bombardeo de palabras.

¿No has tenido conversaciones con personas y el único tema que se tocó es el de sus problemas y de sus dificultades? ¿Y cómo te sintió? Sin duda al principio empatizó o simpatizó con ellas, pero después de un tiempo (o de varias conversaciones sobre el mismo tema) te sintió incómodo y cansado y hasta cargado.

¿No has tenido conversaciones con personas que cuando le cuenta algo, no te dejan terminar la historia y te interrumpen para contarle algo mayor o algo mejor que les pasó a ellas? ¿Y cómo te sintió? Sin duda te sintió como minimizado o como frustrado.

¿No has tenido conversaciones con personas que no están poniendo atención o que están distraídas y que en realidad no están interesadas en la conversación? ¿Y cómo te sintió? Sin duda te sintió como que lo que tenías que decir no le importaba o que ellas estaban aburridas.

¿No has tenido conversaciones con personas que cuando tratas de contarlas algo, antes de que inicias la historia ellas se tiran a una conclusión sin conocer los detalles? ¿Y cómo te sintió? Sin duda te sintió como sencillo o malentendido.

¿No has tenido conversaciones con personas que cuando les trata de ayudar o de aconsejar te dicen, “Si, yo sé”? ¿Y cómo te sintió? Sin duda te sintió como que tu consejo no tenía valor o que era insignificante.

A cada uno nos han pasado situaciones así o parecidas que nos dejan algo decepcionados con las platicas que tenemos con las personas. Y sin duda al otro lado, hemos sido culpables de estas mismas cosas en nuestras conversaciones con otras personas.


Comunicación con Jehová

Ahora:

¿Como se siente Dios cuando día tras día le mandamos nuestras muchas oraciones?

¿Como se siente Dios cuando momento tras momento estamos descargando nuestros problemas y dificultades de la vida sobre Él?

¿Como se siente Dios cuando no le dejamos terminar antes de tirarle otra mejor o mayor?

¿Como se siente Dios cuando Él nos está hablando y estamos distraídos y realmente no poniendo atención?

¿Como se siente Dios cuando le damos una respuesta sin haber escuchado por completo a su comentario?

¿Como se siente Dios cuando le decimos “Yo sé”, como que entendíamos todos los asuntos de la vida?

Cuándo se trata de la comunicación con Jehová, ¿que constituye el hablar y que constituye el escuchar? Para el creyente, el hablar, que es la via hacia Jehová, es la oración. El escuchar, que es la via de desde Jehová hacia el creyente, es su Palabra o las Escrituras.


Ver la Reflexión en vídeo sobre una conversación con Jehová


Hablar con Dios – Dos Vías

Si pensamos bien la cosa, muchas veces tratamos a la oración como que fuera una carretera amplia con varios carriles. Al otro lado tratamos a la lectura como que fuera un caminito con un carril angosto. Pasamos más tiempo en oración hablándole a Dios, que en la lectura de su Palabra escuchándole a Dios. Le hablamos mas a Él, que dejarle a Él hablarnos a nosotros. Queremos que Él nos entiende a nosotros por medio de nuestras palabras en vez de entenderle a Él por medio de su palabra.

No me captan mal, la oración es un aspecto muy importante de la vida del creyente. Y hay diferentes tipos de oraciones en que involucrarse. Siendo sus hijos, hablarle a Dios es parte de la comunión en que Él nos ha puesto. Pero muchas veces entramos en conversación con Él y no le dejamos ni una entrada para que Él nos enseñara, o que nos aconsejara, o que nos guiara, o que nos explicara. Hasta en nuestra lectura de las Escrituras donde a Jehová le complace, las leemos de una manera predeterminada y con prejuicios y tratando de acomodar la Palabra dentro de nuestras ideas y opiniones. Igual, la lectura de las Escrituras y el estudio de las Escrituras son buenos, pero con oídos abiertos para captar lo que Él nos quiere decir.

La comunicación con Jehová muchas veces es un camino de una via, desde abajo hacia arriba y no dejamos que la otra via se abre para que la comunicación fluye de desde arriba hacia abajo.

Lo que debería de suceder en muchas conversaciones es que la persona que tiene la experiencia, o el conocimiento, o la razón moral estuviera hablando y que la otra persona estuviera escuchando. Con Dios, muchas veces pasa al revés. Nosotros que, en comparación con Él, no tenemos la experiencia, ni el conocimiento, ni la razón moral tratamos de educarle a Dios en como deberían de pasar las cosas, o le reclamamos por como salieron las cosas, o quedamos decepcionados porque las cosas no salieron a nuestro parecer. Siempre recordamos una cosa, Él es Dios y nosotros somos hombres.


Mi Mano Sobre Mi Boca

Tomamos el ejemplo de Job. Un hombre que por un buen tiempo le estaba dándole duro a Jehová. Job hablaba y hablaba y hablaba sin dejarle a Dios una entrada para que dijera algo. Al final, Jehová logró hablarle a Job y después, los pensamientos de Job fueron totalmente cambiados. Ahora, en vez de sentir la necesidad de abrir la boca, Job abrió los oídos y le cedió a Dios todo el tiempo y le dió toda la razón:

En Job 40:3 – 5 leemos:

«Entonces respondió Job a Jehová, y dijo:
He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca.
Una vez hablé, mas no responderé; Aun dos veces, mas no volveré a hablar.»

Se fija en lo que dice Job: “mi mano pongo sobre mi boca” y “no responderé” y “no volveré a hablar”. Esta reacción nos sirve de buen ejemplo en cerrar la boca y abrir los oídos delante de Jehová.

Luego en Job 42:1 – 6 leemos:

«Respondió Job a Jehová, y dijo:
Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti.
¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento?

Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía.
Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás.
De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven.
Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza.»

Se fija en lo que dice Job: “no entendía” y “no comprendía”. Si nosotros estamos hablando, es muy difícil que Jehová nos habla. Cuando nosotros somos dispuestos en cerrar la boca y abrir los oídos, encontraremos como Job cosas demasiado maravillosas para nosotros.


Habla, Tu Siervo Oye

Seamos como Samuel quien le dijo a Jehová “Habla, porque tu siervo oye”

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